
Lo cierto es que en la vida real, así ocurre en ocasiones. Una noche loca entre dos desconocidos se puede convertir en algo serio y profundo que les una para el resto de sus vidas.
“En la cama” me divirtió, aunque no me conmovió; quizá su trama final de desesperación no me llegó al alma. Pasé un buen rato, me reí, me identifiqué con alguna de las conversaciones que mantuvieron los personajes, un déjà vu fugaz de mi propia experiencia en situaciones similares. Y salí del teatro con una sonrisa.